piątek, 19 listopada 2021

NUEVA ETAPA

Respira – ordené a mi misma. Conocerás nueva gente, viajarás, cumplirás tus sueños y empezarás una nueva vida. Lo puedes hacer – pensé. 
    – Hola abuela, ¿qué tal? 
    – Laura, mi niña, has llegado? ¿Por qué no me habías llamado? ¿Dónde estás? ¿Lo tienes todo? 
    – Abuelita, cálmate, porfa. No te he llamado porque justo hace un rato he salido del avión y he recogido mi maleta. Todo está bien. Me voy a coger un taxi y te llamaré desde casa, ¿vale? 
    – Pero, llámame, sabes perfectamente que no puedo enojarme, se me baja la tensión. 
    – Te lo juro, nos  hablaremos más tarde. Te amo.
    Mi abuela, o quizá deba llamarla mi segunda madre, siempre habíamos estado cerca, pero la muerte de  mi madre nos unió eso nos ha unido. Básicamente, ella me crió y es mi mejor amiga, siempre puedo contar con ella. 
    – Oye, perdona, ¿usted está libre? Necesito llegar a la Avenida Corrientes.
    – Claro, dentro de 5 minutos podemos partir – respondió y volvió a hablar con otro taxista. 
    – Perfecto, voy a fumar y vuelvo dentro de un minuto. 
    Uno de los puntos de mi lista  ya está realizado. Ahora tengo que llegar al piso. Afortunadamente, no tenía que preocuparme  por el piso y el dinero. Lo tengo porque un viejo amigo de nuestra familia tenía un apartamento que estuvo vacío durante mucho tiempo y yo aproveché esta ocasión. De repente, un ruido de la puerta cerrada del taxi me sacó de mis pensamientos. 
    – ¿Que coño ha pasado? Oye, espera, que mis cosas están en el maletero, oye – grité – Joder!
    – Ya fue tía. Puedes venir conmigo, ¿quieres? - dijo alguna voz. No te voy a matar- añadió. Soy Rebe, ¿y tú? Veo que no eres de aquí, no te preocupes por tus cosas, no tienes que pagarme. ¿Qué haces por aquí?  ¿Estás sorda o qué?
    – Espera, perdóname. Soy Laura y sí, con mucho gusto iré contigo ¿a dónde vas exactamente? Necesito llegar a la Avenida Corrientes.
    – Mira que casualidad vecina, vivo a dos calles de tu piso. ¿Qué haces aquí? ¿De qué parte de España eres? 
    – Perdona, pero, ¿puedes callarte un momento? ¿Siempre hablas tanto o que? – le interrumpí de manera un poco grosera, pero en aquel momento eso me importaba un pimiento. Justo acabo de perder mis cosas, y no sé qué hacer – añadí. 
    – ¿Siempre actúas así? Como una zorra.
    – No, la verdad es que no, es la primera vez. Me mudé aquí, ¿y sabes qué? Estoy más perdida que un pulpo en un garaje. Claro, me di cuenta de que que no es Europa, que no es incluso España, pero me robaron el primer día...
    – No te exageres, no pasa nada y tu no fuiste la primera. Pasa todo el tiempo. Solo tienes que llamar a la infolinia y explicarles que pasó. Puedo prestarte ropa, veo que llevamos la misma talla – dijo. 
    – ¿En serio podrías hacerlo? Dentro de una semana empiezo las clases en la universidad y sabes, por si acaso… 
    – ¿Vas a estudiar allí? – respondió sorprendida. Estudio en la facultad de derecho en la Universidad de Buenos Aires. ¿Sabes que? No puede ser casualidad. Mira, te doy mi número de teléfono y hoy salimos. Te recogeré a las 9 y vamos a bailar. Y no me digas que no, no me gustan ni negativas ni excusas – dijo y añadió – Ahora, sal, ya estamos – Recuerda que nos vemos hoy y te traigo la ropa. Ciao!
    – Hasta luego – grité y salí del coche. 
    Bueno, aunque no tengo mis maletas creo que ya he encontrado una amiga–pensé. No es tan malo como me parezca. Y con una sonrisa subí las escaleras. 

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